Jueves, 10 de febrero de 2022
Igualmente, jóvenes, estad sujetos a los ancianos; y todos, sumisos unos a otros, revestíos de humildad; porque: Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes.
1 Pedro 5: 5
Cuántos se aferran tenazmente a lo que creen que es dignidad, y que solo es estima propia. Los tales tratan de honrarse a sí mismos, en vez de esperar con humildad de corazón que Cristo los honre. En la conversación, más tiempo se pasa hablando del yo que exaltando las riquezas de la gracia de Cristo…
A Fin de Conocerte pág. 175. 4
La verdadera santidad y humildad son inseparables. Mientras más cerca esté el alma de Dios, más completamente se humillará y someterá. Cuando Job oyó la voz del Señor desde el torbellino, exclamó: “Me aborrezco, y me arrepiento en polvo y ceniza”. Job 42:6. Cuando Isaías vio la gloria del Señor, y oyó a los querubines que clamaban: “Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos”, exclamó: “¡Ay de mí! que soy muerto”. Isaías 6:3, 5. Cuando fue visitado por el mensajero celestial, Daniel dijo: “Mi fuerza se cambió en desfallecimiento”. Daniel 10:8. Pablo, después de haber sido arrebatado al tercer cielo y haber oído cosas que no es lícito que diga el hombre, habla de sí como el menor “que el más pequeño de todos los santos”. Efesios 3:8. Fue el amado Juan, que se reclinaba sobre el regazo de Jesús, y contemplaba su gloria, quien cayó como muerto ante el ángel. Mientras más íntima y continuamente contemplemos a nuestro Salvador, menos procuraremos aprobarnos a nosotros mismos.
A Fin de Conocerte pág. 175. 5
El que capta un destello del incomparable amor de Cristo, computa todas las otras cosas como pérdida, y considera al Señor como el principal entre diez mil… Cuando los serafines y querubines contemplan a Cristo, cubren su rostro con sus alas. No despliegan su perfección y belleza en la presencia de la gloria de su Señor. ¡Cuán impropio es, pues, que los hombres se exalten a sí mismos! Más bien, que se vistan de humildad, cesen toda lucha por la supremacía y aprendan lo que significa ser manso y humilde de corazón. El que contempla la gloria de Dios y el amor infinito tendrá una visión humilde de sí mismo, pero al contemplar el carácter de Dios, será transformado en Su imagen divina.
A Fin de Conocerte pág. 176. 1, 177. 2
Pregunta que proviene del corazón: ¿Deseas ser como Job, Isaías, Daniel y Pablo con un corazón sumiso? ¿Quieres deshacerte de la autoestima que solo te honra a ti mismo? Deja que tu oración esté con Isaías “Ay de mí porque estoy deshecho” entregándote a Dios para que puedas ser moldeado y vestido de humildad, aprendiendo a ser manso y humilde de corazón.
- Oremos para que con santidad y humildad podemos rendir cuenta los unos a los otros en Cristo.
- Oremos para que podamos vislumbrar el incomparable amor de Cristo mientras hacemos Su obra y vivimos para Él.
- Oremos para que los Centros de Influencia crezca y satisfaga las necesidades de la comunidad donde se encuentran.
- Oremos por las campañas evangelísticas en las Islas Turcas y Caicos.
- Oremos para que los estudiantes que tienen dificultades económicas y para asistir a la escuela para completar sus estudios.